En los últimos meses, varios de ustedes me han preguntado por qué he dejado de hablar o compartir sobre mi práctica de Aikido. Hoy quiero tomarme un momento para aclarar algunos puntos importantes y explicarles mi decisión de manera abierta.
He decidido, después de 30 años, renunciar a mi práctica y enseñanza del Aikido.
A lo largo de tres décadas, me he dedicado con disciplina y respeto al Aikido Aikikai, cumpliendo siempre con las normas de las distintas organizaciones en las que he estado. Sin embargo, a pesar de mi esfuerzo y dedicación, siempre sentí que algo faltaba. No era tanto un vacío en lo técnico, sino más bien en ciertos aspectos históricos, relatos incompletos y algunas incongruencias e inconsistencias que me inquietaban.
Recuerdo ahora, con más claridad que nunca, las palabras de uno de mis Sensei. Fue en mis primeros años de práctica, cuando una pequeña lesión me obligó a tomar un tiempo de reposo. Aproveché ese tiempo para estudiar meticulosamente las grabaciones de O'Sensei Morihei Ueshiba. Me entregué completamente a ese estudio, con la esperanza de profundizar en mi conocimiento.
Al volver al dojo, mi Sensei notó de inmediato algo diferente en mi forma de moverme. Se me acercó y, de manera firme, me preguntó: "¿De dónde has sacado esos movimientos y técnicas?". Le respondí que los había aprendido estudiando las grabaciones de O'Sensei. Su respuesta fue clara y rotunda: "Aquí, en este dojo, yo te enseño Aikido, lo que hacía Morihei Ueshiba era otra cosa."
En ese momento, no comprendí del todo la profundidad de sus palabras, pero dejaron una huella importante en mí.
Con el tiempo, seguí cumpliendo con los requisitos del Aikikai y las distintas organizaciones, siempre con respeto, aunque desarrollando una visión crítica hacia ciertos enfoques y modos de enseñanza. A medida que avanzaba en mi práctica, fui ahondando más y más en las raíces del Aikido, y poco a poco fui "abriendo los ojos". Ese proceso me llevó a tomar una decisión importante: dedicarme plenamente al estudio del Daitoryu y el Aikibudo.
Hoy siento que este camino me permite ser más fiel y congruente con la esencia de Morihei Ueshiba, a quien he admirado profundamente durante todos estos años.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a cada uno de los Sensei, sempai, kohai y alumnos que han compartido conmigo este largo trayecto en el Aikido. Ustedes han sido una parte fundamental de mi vida, y siempre les guardaré respeto y aprecio. Les deseo salud, bendiciones y que su práctica continúe siendo una fuente de alegría y crecimiento.
A pocos meses de cumplir 40 años dedicados a las artes marciales, de los cuales 30 han sido al Aikido, he tomado la decisión de que, si la vida me lo permite, los próximos 30 los dedicaré a aprender y profundizar en Daitoryu y Aikibudo. En este nuevo camino he encontrado las respuestas que buscaba y una renovada felicidad. Es un desafío enorme, pero estoy listo para enfrentarlo con todo mi corazón.