El concepto de «Giri» en la cultura japonesa y las artes marciales: un legado samurái
El *giri* (義理) es un concepto esencial en la cultura japonesa, pero no se puede reducir solo a su traducción literal como "obligación" o "deber moral". Va mucho más allá. El *giri* tiene que ver con el honor, la lealtad y el sentido de responsabilidad hacia los demás, especialmente hacia aquellos con los que tenemos una conexión especial, como un maestro o una figura de autoridad. En el mundo de las artes marciales y la vida de los antiguos samuráis, el *giri* era algo fundamental que moldeaba la forma de ser y de actuar.
Vamos a ver de dónde viene este concepto, cómo surgió en la época samurái y por qué sigue siendo tan importante, sobre todo si piensas comprometerte en el camino de las artes marciales. La relación entre discípulo y *sensei* va mucho más allá de aprender a luchar: implica asumir responsabilidades profundas y a menudo desafiantes.
ORIGEN DE GIRI EN LA ERA SAMURÁI
Para entender bien el *giri*, hay que remontarse a la época feudal de Japón, cuando los samuráis no solo eran guerreros, sino que vivían según un estricto código de honor. En aquellos tiempos, la lealtad y el deber no eran solo conceptos abstractos, sino asuntos de vida o muerte. Un samurái vivía para servir a su *daimyō* (señor feudal) y, si fallaba en su deber o deshonraba su *giri*, prefería morir antes que vivir con esa mancha en su honor. De hecho, muchos optaban por el *seppuku* (suicidio ritual) en lugar de fallar a sus obligaciones.
En este contexto, *giri* se refería no solo al deber hacia el señor feudal, sino también hacia la familia, los camaradas y la sociedad en general. El *giri* mantenía la estructura social en orden, y aunque podía ser una carga pesada de llevar, era el núcleo que daba sentido a la vida del samurái.
Una frase muy conocida de esa época dice: "Morir antes que deshonrar el *giri*". Esto resume perfectamente la mentalidad de un samurái, que anteponía su honor y sus responsabilidades a cualquier cosa, incluida su propia vida. El *giri* no era solo un deber; era lo que definía quién eras y cómo se recordaría tu nombre.
GIRI EN LAS ARTES MARCIALES TRADICIONALES
Con el tiempo, Japón entró en una etapa de paz relativa bajo el Shogunato Tokugawa (1603-1868), y aunque los tiempos de guerra se calmaron, las artes marciales no desaparecieron. Al contrario, se transformaron en disciplinas que no solo entrenaban el cuerpo, sino también el espíritu y la mente. En este contexto, el *giri* continuó siendo central, especialmente en la relación entre el maestro (*sensei*) y el alumno.
En las artes marciales tradicionales, el *giri* no es solo un deber hacia el maestro, sino también hacia los compañeros y el *dōjō* (el lugar donde se entrena). El respeto, la lealtad y la ayuda mutua son principios que los practicantes deben adoptar. Por ejemplo, en disciplinas como el Karate, Aikido o Kendo, se manifiestan en pequeños gestos como saludar antes y después de cada combate o clase, ser puntual y estar dispuesto a ayudar a los demás a mejorar. Todo esto forma parte del *giri*.
Romper las reglas del *dōjō* o faltar al respeto a un *sensei* o compañero no solo implica una falta de cortesía, sino que es una violación del *giri*. Y eso no se toma a la ligera. En algunos casos, puede llevar incluso a la expulsión de la comunidad. Lo que se busca en las artes marciales no es solo crear guerreros físicamente fuertes, sino individuos éticos y responsables, que entienden y respetan este profundo sentido de obligación.
Este compromiso se extiende más allá del tatami o del *dōjō*. Los valores que se cultivan a través del *giri* –respeto, lealtad y responsabilidad– se trasladan a la vida diaria, influyendo en cómo los practicantes interactúan con los demás y enfrentan los desafíos de la vida cotidiana.
¿ESTÁS LISTO PARA COMPROMETERTE COMO DISCÍPULO?
Si estás pensando en convertirte en discípulo de un *sensei*, necesitas entender que estás entrando en una relación que va mucho más allá de simplemente aprender técnicas. El *giri* juega un papel crucial aquí, y se espera que muestres un respeto y compromiso profundo con tu maestro. No se trata solo de ir a clase, sino de aceptar una responsabilidad ética. Esto implica ser puntual, tener respeto absoluto, ayudar a tus compañeros y proteger la integridad del *dōjō*.
Pero el *giri* no solo es una responsabilidad del alumno; también recae sobre el maestro. Un buen *sensei* no solo enseña técnicas de combate, sino que se compromete a guiar a sus discípulos en el desarrollo de su carácter. En una relación de *giri* entre maestro y alumno, ambos tienen deberes que cumplir y esto fortalece la relación y la comunidad marcial en su conjunto.
Antes de comprometerte, piensa si estás preparado para asumir estas responsabilidades. ¿Estás listo para dar lo mejor de ti, no solo en el entrenamiento físico, sino también en el aspecto moral? Si la respuesta es sí, entonces puedes estar listo para caminar por el sendero del *giri*. Recuerda, es un compromiso que afecta tanto dentro como fuera del *dōjō*, y es la base de un verdadero crecimiento personal.
CONCLUSIÓN
El concepto de *giri* ha estado presente en Japón desde los días de los antiguos samuráis, y aunque los tiempos han cambiado, sigue siendo una parte esencial de las artes marciales y de las relaciones humanas en general. Aceptar el *giri* significa aceptar un camino de disciplina, respeto y responsabilidad, tanto contigo mismo como con los demás.
Adoptar el *giri* no es algo fácil. Implica esfuerzo y a veces puede ser una carga pesada, pero es también una vía hacia el crecimiento personal. Quienes abrazan este principio no solo se vuelven mejores practicantes de artes marciales, sino también mejores personas, siguiendo el legado de honor de los samuráis.
En resumen, si decides comprometerte en el camino de las artes marciales, el *giri* será una parte central de tu vida. No lo tomes a la ligera. Es una oportunidad para aprender a ser una mejor versión de ti mismo, tanto dentro como fuera del *dōjō*.
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