Practicar artes marciales japonesas es mucho más que aprender movimientos y técnicas: es sumergirse en una cultura de respeto y disciplina que da forma a cada gesto y acción dentro del dojo. Con los años, he llegado a comprender que cada aspecto de la etiqueta—desde la manera en que nos vestimos hasta cómo cuidamos de nuestro aseo personal—es una expresión de nuestro compromiso con el arte, con el dojo y con nuestros compañeros de práctica. Hoy quiero compartir contigo cómo estas sencillas, pero profundas, manifestaciones de respeto le dan sentido a nuestra práctica y nos conectan con algo más grande.
Entrar al dojo significa dejar atrás distracciones externas y cualquier adorno innecesario. Uno de los primeros hábitos que adoptamos es evitar el uso de joyas, no solo por seguridad—imagina el peligro de un anillo en la realización de una técnica—sino porque en el dojo, esas pequeñas “decoraciones” no tienen cabida. Al despojarnos de anillos, cadenas o accesorios, también estamos dejando fuera un poco del ego y de las preocupaciones diarias. En este espacio, estamos solo nosotros y nuestra práctica, y eso es suficiente. Me enseñaron que esa simple acción de quitarse una joya antes de entrenar era un acto de respeto hacia los demás y hacia el budo mismo.
El uniforme, también simboliza esa dedicación, cuidarlo es una muestra de respeto hacia la tradición y hacia los compañeros. Todavía recuerdo a mi sensei enseñándome a doblar mi uniforme después de cada clase. Parecía un detalle sin importancia en ese momento, pero pronto entendí que cada paso—lavarlo, doblarlo, vestirlo con cuidado—reflejaba mi compromiso con la disciplina. Al ponérmelo y ajustarlo bien, me preparo tanto física como mentalmente para la práctica, y al centrar el nudo del cinturón, siento que me “amarro” a mis metas y a la tradición.
Y luego están esos detalles sencillos, pero poderosos, como mantener las uñas cortas y las manos limpias. Puede parecer algo trivial, pero este hábito es una muestra de respeto esencial. Saber que tus manos están limpias y tus uñas bien cuidadas no solo evita accidentes, sino que contribuye a un ambiente cómodo para todos. La higiene personal es algo muy valorado en la cultura japonesa; es una forma de respeto hacia quienes comparten el espacio de entrenamiento contigo. De hecho, es una manera de cuidar a los demás, de decirles sin palabras que los tienes en cuenta.
El cuidado del cabello es otro detalle que a veces pasa desapercibido. Para quienes llevan el cabello largo, mantenerlo recogido es esencial para evitar molestias durante el entrenamiento. Puede parecer un gesto sin trascendencia, pero muestra disciplina y atención. Es un pequeño acto que marca la diferencia, mostrando respeto tanto por nuestra práctica como por nuestros compañeros.
La etiqueta en el dojo no es una lista de reglas, sino una forma de vida que se va volviendo natural y significativa con el tiempo. Evitar el uso de joyas, cuidar nuestro uniforme y mantener una higiene personal adecuada son pequeños actos de respeto que, en conjunto, reflejan el espíritu del budo. Y con el tiempo, empiezas a darte cuenta de que estos gestos no solo muestran respeto a los demás, sino que también son un recordatorio para honrar tu propio camino en el arte.
En mi experiencia, la verdadera maestría en las artes marciales no solo está en las técnicas, sino también en estos gestos de cuidado y humildad que nos ayudan a crecer tanto dentro como fuera del dojo. Así que, si apenas comienzas tu viaje en las artes marciales o ya tienes experiencia, te animo a que te detengas un momento y valores cada uno de estos detalles. A veces, los cambios más grandes en nuestra práctica comienzan con gestos simples, que no solo honran a nuestros compañeros y al dojo, sino que también fortalecen nuestro propio carácter y dedicación al camino del budo.
