掛軸 – Kakejiku – El Silencio del Tatami Un mensaje para mis alumnos ________________________________________
Haiku de apertura 古道を行く 師の声 静かに 心澄みぬ
Furudō o yuku shi no koe shizuka ni kokoro suminu
Traducción: Por el viejo camino la voz del maestro en calma purifica el alma. ________________________________________
El Silencio del Tatami (道場の静けさ – Dōjō no Shizukesa)
En el corazón silencioso del dojo, donde resuena el eco de generaciones pasadas, la enseñanza fluye como el agua entre las rocas: humilde, persistente, verdadera.
Transmitir un arte como este no es sólo enseñar una técnica, es compartir un camino.
Un sendero milenario tallado con la paciencia de los que vinieron antes, con la sangre de los que ofrecieron su vida al honor, y con la quietud de aquellos que hallaron en la disciplina, la paz.
Cuando me arrodillo en el tatami, como en la imagen que ahora comparto con ustedes, no lo hago sólo como el que enseña, sino como discípulo eterno del Budo.
Cada saludo, cada kata, cada momento de silencio entre una respiración y otra, es una forma de agradecer al linaje que nos sostiene. Desde los ancestros cuya imagen veneramos en el kamiza, hasta cada uno de ustedes, que con entrega sincera permiten que esta tradición siga viva.
Ser su maestro no es un título, es una ofrenda. Es el privilegio inmenso de ver florecer el espíritu de otro a través de la práctica.
Es ser testigo del despertar, cuando el cuerpo se armoniza con el corazón y la mente, y el arte se vuelve parte del alma.
El verdadero gozo no está en corregir un movimiento, sino en ver cómo un discípulo comprende sin palabras. En ver cómo sus pasos se vuelven firmes, su mirada se torna clara, y su espíritu se fortalece en la adversidad.
Ese momento, fugaz y eterno, es una forma de iluminación compartida. Ahí, el Sensei también aprende. La práctica del Budo no es para formar guerreros de guerra, sino guardianes de la paz.
A través del sable y del cuerpo, se talla el carácter. A través del respeto, se pule el alma. Y a través del dolor y el cansancio, se encuentra la verdad interior que nos guía más allá del dojo, en cada acto cotidiano.
Les dejo este mensaje no como una despedida, sino como una semilla. Cultívenla.
Honren el arte no sólo cuando vistan el keikogi, sino también al hablar, al actuar, al vivir.
Gracias por caminar este sendero conmigo. Gracias por confiar en esta enseñanza. Que cada uno de ustedes, algún día, tenga también la dicha de transmitir lo aprendido. Y que, en ese momento, comprendan lo que siento yo: una dicha profunda, serena, y llena de gratitud.
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感謝と敬意を込めて – Kansha to Keii o Komete Con gratitud y respeto,
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